APRENDELO CON NOSOTROS..
Qué es lo realmente importante en la educación de los niños.
En la educación de nuestros hijos a veces somos los padres los que no vemos lo obvio.
En
los tiempos que corren se hace cada vez más difícil la educación de
nuestros hijos, el estrés, la falta de tiempo y la vida tan ajetreada
que llevamos nos hacen cada día más dura nuestra labor como padres. En
este artículo vamos a exponer unos consejos generales sobre la educación
de los niños. Evidentemente cada niño es un mundo, pero he tratado de
orientar un poco a los padres para facilitarles la educación.
Los
niños necesitan límites para sentirse seguros y para saber comportarse
adecuadamente. Los límites los tienen que establecer los adultos
cuidadores y deben basarse en las necesidades de los niños. Las reglas
se establecen entre los dos padres en común acuerdo y nunca se discuten
en presencia del niño.
Es
importante que los niños sepan que si se rebasan los límites habrá
consecuencias negativas para ellos, pero más importante aún es que se
refuercen los comportamientos adecuados. Solemos esperar que el niño se
porte bien siempre y no le premiamos por ello. Sin embargo sí que le
castigamos o regañamos cuando se comporta de forma inadecuada. Por tanto
la única manera de obtener la atención de sus padres es portándose mal.
Si
le prometes un premio o le amenazas con un castigo, es muy importante
que se cumpla. Por lo tanto, no amenaces ni prometas lo que no puedas
llevar a cabo. Los castigos han de ser inmediatos, directos y
proporcionados a la edad del niño.
Los
adultos tienen que ser firmes pero afectuosos y nunca se atentará a la
autoestima del niño. Cuando haga algo mal se le indicará la conducta
inadecuada, señalando a la conducta no al niño.
No le compares con nadie, lo único que conseguirás será hacerle daño.
Los niños imitan a los adultos, si les gritas o te comportas violentamente, ellos también lo harán.
No le des todo lo que pida, a veces los niños sólo piden para ver cuánto pueden obtener.
Los niños necesitan atención, afecto, reconocimiento y respeto para sentirse aceptados y valorados.
Esto se demuestra preocupándonos de que vaya bien en la escuela, llevando al niño aseado, cuidándole si enferma...
Pero
además de todo eso es muy importante decirle que le queremos,
demostrárselo con caricias y abrazos y hablando con él, jugando,
haciendo cosas juntos.
Una mala actuación en la educación del niño, se pagará muy cara en el futuro.
Si
las cosas se complican, a veces es necesario pedir ayuda a un
profesional (psicólogo infantil), ignorar el problema sólo conseguirá
empeorarlo.
El
otro día me mandaron un correo que me hizo reflexionar sobre lo poco
que cuesta hacer feliz a un hijo y lo equivocados que estamos al hacerlo
ya que damos mucha importancia a lo material y descuidamos lo que
realmente necesita:
- Papi, ¿cuánto ganas? Dijo el pequeño con voz tímida fijando sus
expresivos ojos en su agotado padre que llegaba del trabajo.
expresivos ojos en su agotado padre que llegaba del trabajo.
- No me molestes, hijo. !No ves que vengo muy cansado!
- Pero, papi. Dime por favor, ¿cuánto ganas? Insistió el niño
- 20 € la hora, respondió el hombre irritado con tal de quitárselo de encima.
- Pero, papi. Dime por favor, ¿cuánto ganas? Insistió el niño
- 20 € la hora, respondió el hombre irritado con tal de quitárselo de encima.
El niño se levantó de su cama y le dijo, …
- Papi, ¿me prestas 10€?
El padre montó en cólera y tratando con brusquedad al niño, le
dijo:
El padre montó en cólera y tratando con brusquedad al niño, le
dijo:
- Así que para eso querías saber cuánto gano. Vete a dormir y no
me molestes más, crío egoísta.
Ya había caído la noche cuando el padre se puso a meditar sobre lo ocurrido.
El incidente le hizo sentirse culpable. Tal vez su hijo necesitaba comprar algo...
Había estado muy ocupado en el trabajo últimamente y no había hecho mucho caso a su familia. Queriendo descargar su conciencia dolida, se asomó a la habitación del pequeño.
me molestes más, crío egoísta.
Ya había caído la noche cuando el padre se puso a meditar sobre lo ocurrido.
El incidente le hizo sentirse culpable. Tal vez su hijo necesitaba comprar algo...
Había estado muy ocupado en el trabajo últimamente y no había hecho mucho caso a su familia. Queriendo descargar su conciencia dolida, se asomó a la habitación del pequeño.
- Hijo, ¿estas dormido?
El niño abrió los ojos a medias.
- Aquí tienes el dinero que me pediste. ¿Para que lo querías?
Frotándose los ojos, su hijo metió la manita debajo de su almohada y saco varios billetes arrugados.
- Es que no me llegaba. ¿Me vendes una hora de tu tiempo?
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